Os vuelvo a refrescar la memoria (I y II): Un joven se encuentra de repente en un bosque, no sabe nada de sí mismo, andando encuentra una pequeña aldea, en ella un anciano le da cobijo, pero a la mañpana siguiente, este anciano aparece muerto...
Se sentó en el mismo lugar que la noche anterior, y empezó a pensar. Si llamaba a la policía podrían pensar que era él quién lo mató, si salía a pedir ayuda a los vecinos, podían pensar lo mismo, y si no hacía nada, tarde o temprano lo averiguaría alguien. Quiso confiar en que sería tarde, y no hizo nada. Decidida su actuación; tenía decidir cuándo saldría de la casa, si lo hacía y los vecinos lo veían, sospecharían algo raro, porque no sabían de su existencia, y le querrían preguntar al anciano sobre él, pero también tenía miedo, pos si los vecinos iban a hablar con el anciano.
Tenía que intentar por todos medios que no lo vieran, ¿pero cómo? Algo que era claro era que no podía salir durante el día, la mejor forma sería salir por la noche, y salir, de nuevo, hacia el bosque, hacia el sur. Esa noche buscaría refugio cerca del pueblo, quizás apoyado en la pared de la primera casa, o sobre el tronco de un árbol cercano, para poder tener algo de claridad de la luz de aquel pueblo, que aún no sabía siquiera el nombre. Cuando pasara esa noche, tendría que empezar a andar lo antes posible.
Pasó sentado en aquella silla bastante tiempo, no sabía exactamente cuánto porqué, cuando bajó no miró el reloj, no le importaba la hora, sólo quería que oscureciera. Empezó a sentir algo de hambre, y buscó un poco en la cocina de aquel anciano, encontró algo de fruta, aceite, y pan. Cogió un cuchillo del cajón, se sentó en la mesa y empezó a comer, como si nunca lo hubiera hecho. Aquellos sabores, por extraño que parezca le traían recuerdos, pero su mente estaba demasiado difusa para contextualizar esos recuerdos, quizás amargos, quizás dulces de lo que, pensó, un día fue su vida.
Con el estómago lleno, empezó a sentir sueño, se levantó de la mesa, y se dirigió al cuarto dónde había intentado dormir la noche anterior, de nuevo una extraña sensación recorrió su mente, esta vez era un nombre lo que le vino a la cabeza, Raquel. No paraba de rondar ese nombre por su mente, Raquel… ¿Quién sería esa chica que de repente apareció en su vida? ¿Su mujer, su novia, su hija, su madre…? No podía saberlo, y allí tumbado en la cama, se quedó dormido.
Al poco tiempo de estar allí dormido, escuchó porrazos en la puerta que lo desvelaron, él se levantó de la cama de una forma exaltada, un sudor frío recorría su cuerpo, y en su mente, el recuerdo incipiente del sueño, un sueño con una joven, que se alejaba de él. En el sueño no pudo ver la cara a aquella joven, no tenía nombre, pero para sus adentros, interiorizó a aquella joven como Raquel, su Raquel…
La razón de soñar con aquella chica, y el nombre era algo que quería adivinar, pero en aquel momento era más importante que los vecinos no supieran de su existencia y de la muerte. Los vecinos volvieron a pegar, él seguía en el cuarto paralizado, pasó el tiempo allí sin moverse, sin pensar en nada. Parecía que los vecinos se habían cansado de pegar en la puerta de aquel anciano. Sólo pensaba en que oscureciera de una vez por todas. Mientras tanto, empezó a buscar por la casa, necesitaba un pequeño macuto para meter algunas provisiones para su viaje, el anciano había muerto y ya no las necesitaría más.
En la habitación del anciano encontró un macuto, no muy grande, pero de aspecto juvenil, estaba muy sucio… sería de su juventud, o de algún familiar ya muerto, no podía saberlo, y no quería hacerse más preguntas. Lo cogió, lo sacudió, y se fue a la cocina. Necesitaba llevarse cosas ligeras, pero a la vez útiles. Cogió el pan que le había sobrado, un par de piezas de fruta, y algunas latas de conserva que encontró en la despensa al lado de la cocina. Además, de un cuchillo.
Volvió a la habitación donde estaba el anciano, el fuego de la chimenea estaba apagado por completo, y el cuerpo del anciano seguía helado. Miro por la ventana, y, pudo ver que ya había oscurecido pero no lo suficiente. Volvió al cuarto del anciano, y cogió algo de dinero que encontró mientras buscada el macuto. En la mesita de noche, había una linterna, que también cogió, por si le servía en su larga búsqueda. Tras eso, era de noche, volvió a aquella fría habitación, se armó con el macuto, y abrió la puerta.
Se sentó en el mismo lugar que la noche anterior, y empezó a pensar. Si llamaba a la policía podrían pensar que era él quién lo mató, si salía a pedir ayuda a los vecinos, podían pensar lo mismo, y si no hacía nada, tarde o temprano lo averiguaría alguien. Quiso confiar en que sería tarde, y no hizo nada. Decidida su actuación; tenía decidir cuándo saldría de la casa, si lo hacía y los vecinos lo veían, sospecharían algo raro, porque no sabían de su existencia, y le querrían preguntar al anciano sobre él, pero también tenía miedo, pos si los vecinos iban a hablar con el anciano.
Tenía que intentar por todos medios que no lo vieran, ¿pero cómo? Algo que era claro era que no podía salir durante el día, la mejor forma sería salir por la noche, y salir, de nuevo, hacia el bosque, hacia el sur. Esa noche buscaría refugio cerca del pueblo, quizás apoyado en la pared de la primera casa, o sobre el tronco de un árbol cercano, para poder tener algo de claridad de la luz de aquel pueblo, que aún no sabía siquiera el nombre. Cuando pasara esa noche, tendría que empezar a andar lo antes posible.
Pasó sentado en aquella silla bastante tiempo, no sabía exactamente cuánto porqué, cuando bajó no miró el reloj, no le importaba la hora, sólo quería que oscureciera. Empezó a sentir algo de hambre, y buscó un poco en la cocina de aquel anciano, encontró algo de fruta, aceite, y pan. Cogió un cuchillo del cajón, se sentó en la mesa y empezó a comer, como si nunca lo hubiera hecho. Aquellos sabores, por extraño que parezca le traían recuerdos, pero su mente estaba demasiado difusa para contextualizar esos recuerdos, quizás amargos, quizás dulces de lo que, pensó, un día fue su vida.
Con el estómago lleno, empezó a sentir sueño, se levantó de la mesa, y se dirigió al cuarto dónde había intentado dormir la noche anterior, de nuevo una extraña sensación recorrió su mente, esta vez era un nombre lo que le vino a la cabeza, Raquel. No paraba de rondar ese nombre por su mente, Raquel… ¿Quién sería esa chica que de repente apareció en su vida? ¿Su mujer, su novia, su hija, su madre…? No podía saberlo, y allí tumbado en la cama, se quedó dormido.
Al poco tiempo de estar allí dormido, escuchó porrazos en la puerta que lo desvelaron, él se levantó de la cama de una forma exaltada, un sudor frío recorría su cuerpo, y en su mente, el recuerdo incipiente del sueño, un sueño con una joven, que se alejaba de él. En el sueño no pudo ver la cara a aquella joven, no tenía nombre, pero para sus adentros, interiorizó a aquella joven como Raquel, su Raquel…
La razón de soñar con aquella chica, y el nombre era algo que quería adivinar, pero en aquel momento era más importante que los vecinos no supieran de su existencia y de la muerte. Los vecinos volvieron a pegar, él seguía en el cuarto paralizado, pasó el tiempo allí sin moverse, sin pensar en nada. Parecía que los vecinos se habían cansado de pegar en la puerta de aquel anciano. Sólo pensaba en que oscureciera de una vez por todas. Mientras tanto, empezó a buscar por la casa, necesitaba un pequeño macuto para meter algunas provisiones para su viaje, el anciano había muerto y ya no las necesitaría más.
En la habitación del anciano encontró un macuto, no muy grande, pero de aspecto juvenil, estaba muy sucio… sería de su juventud, o de algún familiar ya muerto, no podía saberlo, y no quería hacerse más preguntas. Lo cogió, lo sacudió, y se fue a la cocina. Necesitaba llevarse cosas ligeras, pero a la vez útiles. Cogió el pan que le había sobrado, un par de piezas de fruta, y algunas latas de conserva que encontró en la despensa al lado de la cocina. Además, de un cuchillo.
Volvió a la habitación donde estaba el anciano, el fuego de la chimenea estaba apagado por completo, y el cuerpo del anciano seguía helado. Miro por la ventana, y, pudo ver que ya había oscurecido pero no lo suficiente. Volvió al cuarto del anciano, y cogió algo de dinero que encontró mientras buscada el macuto. En la mesita de noche, había una linterna, que también cogió, por si le servía en su larga búsqueda. Tras eso, era de noche, volvió a aquella fría habitación, se armó con el macuto, y abrió la puerta.
4 Vencidos:
Me da que en cuanto los vecinos vean al anciano muerto, el primer sospechoso será el joven... al menos, hasta que se le haga una autopsia y se vea que fue muerte natural... si es que lo fue. Besos.
Puede ser, Carlota, pero, piensa, esos vecinos aún no saben de la existencia de dicho joven... es decir, aún, pueden sospechar que fue natural, o verlo escapar esa noche, y dudar de él..
Bss y gracias por pasarte!
Dulce pena... No me puedes dejar asi! cuanto tiempo debemos esperar,.. ahora me has dejado pensando., si los vecinos lo ven.. o mejor aún quien es esa raquel..huy..que preguntas tengo!..jajaja.. ahora dinos para cuando la continuación..
no te hagas de rogar!..
abrazos...
Pier... no sé cuánto tendréis que esperar... aún no tengo pensado como, ni cuándo continuará... Lo siento...
jeje, Abrazos!
Véncete a Las Palabras