Pero su cuerpo no le respondía… estaba paralizado por la mirada de aquella chica que se mostraba ante sus ojos desnuda, y era el cuerpo más hermoso que había visto en su vida, ni todas las mujeres del harén de Boabdil podrían equipararse a su belleza, era más hermosa que todas las vírgenes que le esperaban en el paraíso, era la lujuria, el deseo, el instinto animal que corría por sus venas, esa muchacha a la que no entendía el idioma, y lo había dejado paralizado era todo lo que él deseaba.
Y entre ellos, sólo se interponían aquel pequeño río, y la mirada de esa joven, y, de fondo, las amigas de la chica gritando, ya vestidas, algo que él no entendía. Su amor, su diosa, movió los labios, y sus compañeras se fueron de allí, quedaron solos. Ella, le hizo un leve gesto con la mano, él entendió que le estaba invitando a acercarse… Cuando iba a hacerlo, ella le hizo otro gesto y lo detuvo, quería que se quitara la ropa, él, lo entendió, y lo hizo…
Ahora sí se acercaba decidido, y ella, lo esperaba… Ella se arrodilló en el agua y jugueteaba con ella, se la rociaba por los senos, por los brazos, el cuello, su sexo… Él, no podía soportarlo, su sexo ganaba en tamaño, disfrutaba viéndola, gozaba imaginando, pero de repente se paró en seco, y esta vez no era por la mirada de aquella deidad mundana. Sino, por el color de su piel, por la falta de comprensión de sus palabras, en aquel momento lo entendió. Aquella chica y sus amigas eran cristianas, y había jurado a su rey, y a Alá, que mataría a todos los cristianos que no abrazaran la ley coránica.
Pero, ¿qué hacer? Ante sus ojos una belleza desnuda que jamás volvería a contemplar, una divinidad dispuesta a todo en aquel río, el Río Guaro. Si para disfrutar que aquel premio debía dejar a un lado Alá, lo haría, sería perseguido por los que antes llamó sus hermanos, condenado por sus semejantes, y desterrado al infierno por Alá, pero, aquel guerrero era humano, y le pudo la lujuria, no quería vírgenes en el cielo, quería diosas en la tierra, diosas como la que se divisaba delante de él jugando con el agua, y llamándolo.
Decidió dar el primer paso para meter el pie en el agua, estaba helada, pero, nada podría detener su deseo, una vez metidos ambos pies, su musa se levantó, era perfecta, su cuerpo mojado, su vello húmedo, sus cabellos castaño sobre su espalda, su tez blanca… Y él, con su pelo corto y oscuro, su cara imberbe, apenas tiene veinte años, su torso fuerte, su sexo en tensión, su piel, oscurecida… Diferentes en todo, pero un mismo deseo, el amor, el sexo… la pasión desorbitada entre dos razas, el sexo prohibido.
Por momentos las gélidas temperaturas del agua se tornaron en calor, cuerpos unidos bajo las aguas, respiraciones contenidas, pasión desorbitada, sexo desenfrenado, lenguas distintas, lujuria arrebatadora, manos desesperadas por llegar al cuerpo del amante, y palabras confusas… Todo entra en juego, todo se desvanece con un gemido de tal intensidad que el fiel corcel se asusta y se va… Las aguas del río vuelven a su cauce, vuelven a cristalinizarse, los amantes respiran sosegados, la pasión, y el agua casi los ahoga.
De repente ella dice unas palabras que él logra entender y responder...:
Y entre ellos, sólo se interponían aquel pequeño río, y la mirada de esa joven, y, de fondo, las amigas de la chica gritando, ya vestidas, algo que él no entendía. Su amor, su diosa, movió los labios, y sus compañeras se fueron de allí, quedaron solos. Ella, le hizo un leve gesto con la mano, él entendió que le estaba invitando a acercarse… Cuando iba a hacerlo, ella le hizo otro gesto y lo detuvo, quería que se quitara la ropa, él, lo entendió, y lo hizo…
Ahora sí se acercaba decidido, y ella, lo esperaba… Ella se arrodilló en el agua y jugueteaba con ella, se la rociaba por los senos, por los brazos, el cuello, su sexo… Él, no podía soportarlo, su sexo ganaba en tamaño, disfrutaba viéndola, gozaba imaginando, pero de repente se paró en seco, y esta vez no era por la mirada de aquella deidad mundana. Sino, por el color de su piel, por la falta de comprensión de sus palabras, en aquel momento lo entendió. Aquella chica y sus amigas eran cristianas, y había jurado a su rey, y a Alá, que mataría a todos los cristianos que no abrazaran la ley coránica.
Pero, ¿qué hacer? Ante sus ojos una belleza desnuda que jamás volvería a contemplar, una divinidad dispuesta a todo en aquel río, el Río Guaro. Si para disfrutar que aquel premio debía dejar a un lado Alá, lo haría, sería perseguido por los que antes llamó sus hermanos, condenado por sus semejantes, y desterrado al infierno por Alá, pero, aquel guerrero era humano, y le pudo la lujuria, no quería vírgenes en el cielo, quería diosas en la tierra, diosas como la que se divisaba delante de él jugando con el agua, y llamándolo.
Decidió dar el primer paso para meter el pie en el agua, estaba helada, pero, nada podría detener su deseo, una vez metidos ambos pies, su musa se levantó, era perfecta, su cuerpo mojado, su vello húmedo, sus cabellos castaño sobre su espalda, su tez blanca… Y él, con su pelo corto y oscuro, su cara imberbe, apenas tiene veinte años, su torso fuerte, su sexo en tensión, su piel, oscurecida… Diferentes en todo, pero un mismo deseo, el amor, el sexo… la pasión desorbitada entre dos razas, el sexo prohibido.
Por momentos las gélidas temperaturas del agua se tornaron en calor, cuerpos unidos bajo las aguas, respiraciones contenidas, pasión desorbitada, sexo desenfrenado, lenguas distintas, lujuria arrebatadora, manos desesperadas por llegar al cuerpo del amante, y palabras confusas… Todo entra en juego, todo se desvanece con un gemido de tal intensidad que el fiel corcel se asusta y se va… Las aguas del río vuelven a su cauce, vuelven a cristalinizarse, los amantes respiran sosegados, la pasión, y el agua casi los ahoga.
De repente ella dice unas palabras que él logra entender y responder...:
اذا كنت ترغب في الفرار الى جانبكم
(Si quieres huiré a tu lado)
لا ، انني سوف اكون من ستواصل الى الأبد
(No, seré yo quién te siga)
El nombre de él, Fu'ad Wâdî; Corazón Tranquilo. El de ella, Alba
3 Vencidos:
Vamos, que fué un flechazo a prueba de bombas, o como dicen las abuelas, tiran más dos tetas que dos carretas ;), porque para pasar él de su religión, de sus superiores, e incluso del riesgo de morir... Bonito final... o sigue? Un beso!
Paseando por los tejados encontré el trocito de novela que se te escapó por la ventana... así que voy a asomarme a ver si encuentro más ^^
no te importa que me cuele en tu casa, ¿verdad? tendré cuidado de no romper nada... ^^
Carlota, jajaja, la lujuria es el arma más poderosa... y si la unes con dos tetas... pues tú me dirás... XD
Me alegro de que te haya gustado, en principio no tenía penado seguirla, pero ahora que lo propones... pues me lo pensaré...
Caída, no, tranquila, todo este rincón es tuyo, para tí, puedes pasear todo lo que quieras, no tengo nada de valor, excepto vuestros comentarios, y vuestra amistad, tranquila, que eso no se rompe así cómo así...
Besos a las dos!
Véncete a Las Palabras