Hace ya muchos años, a orillas del Río Guaro perteneciente al Reino de Granada, vivió un guerrero musulmán, cuando este sólo era ya, la sombra de lo que en su día fue el mayor imperio musulmán. Cuenta una leyenda, o, quizás sea una realidad, de cuando el imperio musulmán en Al-Ándalus sólo se reducía al sureste de Andalucía. Y pronto, dejaría de serlo. Era el año, 1490, sin ellos ser conscientes, dentro de dos años, perderían todo su reino, por no poder pagar los tributos a los reinos cristianos, y las presiones hacia estos últimos del resto de Europa.
Este guerrero musulmán había pasado su vida defendiendo al oficial de Boabdil que debía mantener la paz en aquellas tierras. Y antes de él, su padre había defendido a otros reyes y jefes reales, y así sucesivamente hasta la era de los Omeyas, dónde su familia empezó a defender a la realeza y luchar contra los bereberes, pero de aquello hace ya muchos años, y no es la historia que nos importa hoy… Este guerrero, a pesar de su condición siempre había gozado de una gran dotación económica que le permitía vivir tranquilamente, y pagar los tributos al rey, para que este, a su vez, pagara a los cristianos por dejarles permanecer allí.
Siempre fue leal a la causa de defender a su protegido, hubiera dado la vida por él, y de hecho, en aquellos momentos estaba a punto de darla. Fue en una tarde de verano de aquel 1490, cuando bajó al río a dar de beber a su caballo, su fiel corcel. Allí, pudo ver a unas cuantas mujeres con el velo descubierto, quiso hacer como si no hubiera visto nada, y no decírselo al oficial, pues, esa actuación, de estar sin velo, conllevaba la muerte para la mujer, y sintió pena por ellas. Miró a sus alrededores, no había nadie.
Instantes más tarde, aquellas jovencitas empezaron a desnudarse, para bañarse en el río, para disfrutar de los peces, de las corrientes leves pero intensas, de disfrutar de aquella agua cristalina. Él, se bajó del caballo con suma suavidad, se alejó un poco para no asustar a las mujeres, y ató el caballo a un eucalipto que había cerca del río. Poco a poco entre la hierba se iba acercando de nuevo a aquellas mujeres, ahora desnudas de cuerpo entero, si ir sin velo, le habría costado la vida, esto no tenía perdón de Alá, desnudarse y bañarse a orillas del río.
Cuando estaba más cerca pudo oír que sus voces no eran de mujeres sino de niñas… ¿pero qué hacían unas niñas allí? Seguía sin entender lo que decían, tenía que acercarse más… pudo ver que por el tamaño de sus senos, aquellas niñas, deberían tener entre quince o diecisiete años… de repente se acercó demasiado… Y ellas le vieron, tan sólo una le sonrió, las otras, corrieron fuera del agua tapándose como podían, gritaban algo que no alcanzaba a entender, aquella chica le había seducido con los ojos, estaba paralizado, no podía dejar de mirarle a los ojos, aunque su mente le decía que agachase la mirada hacia otros tesoros.
Pero su cuerpo no le respondía…
Este guerrero musulmán había pasado su vida defendiendo al oficial de Boabdil que debía mantener la paz en aquellas tierras. Y antes de él, su padre había defendido a otros reyes y jefes reales, y así sucesivamente hasta la era de los Omeyas, dónde su familia empezó a defender a la realeza y luchar contra los bereberes, pero de aquello hace ya muchos años, y no es la historia que nos importa hoy… Este guerrero, a pesar de su condición siempre había gozado de una gran dotación económica que le permitía vivir tranquilamente, y pagar los tributos al rey, para que este, a su vez, pagara a los cristianos por dejarles permanecer allí.
Siempre fue leal a la causa de defender a su protegido, hubiera dado la vida por él, y de hecho, en aquellos momentos estaba a punto de darla. Fue en una tarde de verano de aquel 1490, cuando bajó al río a dar de beber a su caballo, su fiel corcel. Allí, pudo ver a unas cuantas mujeres con el velo descubierto, quiso hacer como si no hubiera visto nada, y no decírselo al oficial, pues, esa actuación, de estar sin velo, conllevaba la muerte para la mujer, y sintió pena por ellas. Miró a sus alrededores, no había nadie.
Instantes más tarde, aquellas jovencitas empezaron a desnudarse, para bañarse en el río, para disfrutar de los peces, de las corrientes leves pero intensas, de disfrutar de aquella agua cristalina. Él, se bajó del caballo con suma suavidad, se alejó un poco para no asustar a las mujeres, y ató el caballo a un eucalipto que había cerca del río. Poco a poco entre la hierba se iba acercando de nuevo a aquellas mujeres, ahora desnudas de cuerpo entero, si ir sin velo, le habría costado la vida, esto no tenía perdón de Alá, desnudarse y bañarse a orillas del río.
Cuando estaba más cerca pudo oír que sus voces no eran de mujeres sino de niñas… ¿pero qué hacían unas niñas allí? Seguía sin entender lo que decían, tenía que acercarse más… pudo ver que por el tamaño de sus senos, aquellas niñas, deberían tener entre quince o diecisiete años… de repente se acercó demasiado… Y ellas le vieron, tan sólo una le sonrió, las otras, corrieron fuera del agua tapándose como podían, gritaban algo que no alcanzaba a entender, aquella chica le había seducido con los ojos, estaba paralizado, no podía dejar de mirarle a los ojos, aunque su mente le decía que agachase la mirada hacia otros tesoros.
Pero su cuerpo no le respondía…
7 Vencidos:
Primer capítulo de la mini novela/cuento que diej hce un par de días que quería que formara parte de otra. Cómo veis no tiene nada que ver... al principio esta también iba a ser sólo una, pero, serán dos.
La otra parte se publicará el viernes por la mañana, y el sábado por la noche se publicará otra parte de "Novela Corta: Perdido".
Yo por mi parte, no podré volver hasta el lunes o el martes, así que ni os podré visitar ni responder a los comments...
Saludos y Abrazos para todos.
Pues nada, esperaremos a ver como sigue :), pásalo bien. Un abrazo.
Pues a mi me has engachado!querido dulce..
dinos para cuando la continuación..
que paso despues.. huy... que impaciencia la mia..
te dejo abrazos.
Pues menos mal que estás con Neumi, que buena te esperaba si no... menudos humos que nos trae... :P
Cuanta sensualidad...
No valía la pena agachar la vista hacia "otros tesoros"...
Sus ojos, sospecho, se hubieran manejado solos...
Besitos, bello...
Primera vez que me asomo, si no me equivoco...
(es que estoy muy despistada últimamente)
Con tu relato, recordé una leyenda, la de Acteón, ¿la conocés? es la leyenda del cazador cazado.
Un gusto haber venido por acá.
Carlota, gracias. Siempre os hago esperar... jeje
Pier, jeje, ya habrás podido leerla...
Evadidas, jeje, es que yo sé cuando tengo que elegir y qué XD
Gabriela, tienes razón, con sus ojos hubiera bastado, pero, algunos, son más mundanos, otros, somos más especiales...
El Nombre, no, no es la primera vez que te asomas, lo hiciste hace ya mucho tiempo (que yo recuerde) pero maquillé un poco el blog... y parece otro. Me alegro que te haya gustado venir.
No conozco esa leyenda. Buscaré
Muchos besos a todas, mañana os leo.. ;)
Véncete a Las Palabras