Al salir del almacén, subió para ver a Carlos, y coger el caballo antes de que se hiciese más tarde, necesitaba partir, necesitaba saber de una vez por todas quién era. Al llegar a la casa, Carlos, le ofreció un desayuno, que él rechazó, tenía demasiada prisa, y tras unas breves indicaciones, subió al caballo y emprendió el viaje para intentar reencontrarse con su pasado. Cómo otras veces antes, le resultaba extraño su habilidad para montar a caballo, quizás, alguien lo enseñó tiempo atrás.
A lomos de aquel corcel, los árboles parecían volar, a veces sentía vértigo por la velocidad, y la pendiente descendente levemente marcada, pero, no tenía tiempo que perder, si se retrasaba demasiado, tendría que volver a dormir en el bosque, y el caballo podría huir. Aceleraba más el paso de forma progresiva, sentía cómo el caballo era parte de él, agachado, apoyado en él, sintió su corazón, su respirar, le notaba cansado, le dio pena, y tuvo que bajar el ritmo, quizás no le daría tiempo a llegar a la aldea en ese día, pero, el corcel era viejo, y no podía mantener ese ritmo.
Quizás sea mejor que hagamos un poco de camino a pie, así descansará el caballo. –Pensó y eso fue lo que hizo, fueron andando un poco. Al tiempo, Moisés empezó a sentir algo de hambre, y se sentó en el tronco de algún árbol de aquel bosque, su caballo, se quedó tumbado mientras comía algo de hierba.
Si nunca encuentro mi pasado tampoco será algo tan malo, siempre puedo volver a crear nuevos recuerdos, nuevas ilusiones. Algo nuevo, otro amor, otra vida… o una vida. No sé si realmente puedo confiar en mis sueños, ¿y si cuando llegue a la aldea no me conoce nadie? Entonces… ¿tendré que empezar de cero? ¿Seguir buscando sin saber qué busco? Mentir, robar, sobrevivir… si en la aldea no me espera mi antigua vida, no sé qué haré… Todo esto carece de sentido. Quizás sea mejor que acabe con todo de una vez… ¿qué importa quién soy, si lo único que sé es que no soy nadie? Esta será la última oportunidad que me dé para buscar mi pasado, si esta vez no lo encuentro, todo acabará.
Aquellas reflexiones atormentaban la mente de Moisés, cada vez estaba más confuso con su vida, necesitaba respuestas a tantas preguntas. Volvió a montar al caballo, tras ese descanso se le notaba más fuerte, y si todo iba bien, podría llegar a la aldea pronto. Al poco de continuar la marcha, no muy lejos de allí, pudo distinguir un pequeño camino, estaba seguro que ese camino le llevaría a la aldea. Se dirigió hacía allí, y continuó su camino.
A los pocos minutos, o eso creyó, de ir por allí, empezó a distinguir algunos tejados, después casas, luego, personas, voces… al fin había llegado, y no era tan tarde como pensaba; ahora sólo quedaba buscar su pasado.
Dejé vencer mi alma, y por fin viviré en paz... En este Dulce Rincón, con esta Pena Vencida.
Adiós La Dulce Pena. Adiós El Rincón de Los Vencidos. Todo tiene un principio, un fin y un motivo por el que existir: Este Rincón ya encontró el suyo, ahora es hora de delegar en La Piel de Una Promesa.
21 julio 2008
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3 Vencidos:
Esto está llegando a su fin, quizás sólo le quede una entrada más, o dos...
No estoy muy seguro de cúal será el final (ya que la historia se ha desviado bastante de la idea original), pero espero que os guste.
Pues hala, a escribir esa entrada o dos, que nos has dejado con la miel en la boca... ¿qué pasará? Un abrazo :)
jeje, Carlota, ya mismo sabrás que pasará... ya queda menos..
Abrazos!
Véncete a Las Palabras