¿Qué he hecho? ¿Por qué? ¿Por qué yo? –Esas eran las únicas palabras que recorrían la mente del joven cuando abrió los ojos, se giró, y la miró a ella, allí estaba dormida aún, con el torso desnudo, pensó que sería el mejor momento para huir de aquella casa, de todas aquellas pesadillas, de aquel, sin estar muy seguro de que lo fuera, error. Quizás nunca encontraría su pasado, pero no podía crear un futuro sin antes buscar sus recuerdos.
Se vistió lo más rápido que pudo, y ella, seguía durmiendo. Recorrió la casa en busca de las llaves, y, de paso algo de dinero, y comida. Pensó que si el pueblo más cercano estaba a un par de días de camino, necesitaría coger algo de ropa, y buscó por la casa, consiguió unos pantalones vaqueros que podían estarle bien, una camiseta, una muda y unos calcetines, no era mucho; incluso podría no servirle, pero era lo mejor que tenía.
Cuando ya lo tenía todo, abrió la puerta, y volvió al bosque. Los vecinos podrían verle, pero, le daba igual, sólo quería huir de allí, y no volver por el pueblo en toda su vida. Así, que sin importarle nada, fue al bosque a, si aún estaba, recoger el macuto, por suerte aún estaba allí, tal y como lo dejó, guardó todo lo que había cogido en la casa de Aurora. Se quedó de pie pensativo, y se cargó el macuto en la espalda. Miró hacia el sol, y calculó dónde quedaba el sur, empezó a andar despacio, era de día, no debía tener miedo, podría encontrar el sur siempre que mirara al sol, no como en la noche que no tenía ningún punto de referencia.
Iba con un paso relativamente tranquilo, pero, escuchó unas voces que provenían de la aldea, o eso quiso pensar, y empezó a aligerar el paso, a correr desbocado como un lobo siguiendo su presa, corrió y corrió, sólo quería huir de allí, quería creer que encontraría su pasado lejos de aquella aldea, no podía quedarse allí, necesitaba encontrar a Raquel; además, si se quedaba allí tarde o temprano descubrirían lo del anciano, y él sería el principal culpable. Mientras corría y pensaba en esto, una de las veces en que giró su mirada para comprobar si aún se veía la aldea, que por suerte para él, ya no lo hacía, tropezó con una piedra, y rodó varios metros por el suelo.
Se había lastimado la muñeca izquierda, o eso quiso pensar, porque le dolía mucho, necesitaba inmovilizarse la mano, pero no sabía con qué, entonces cogió el cuchillo del macuto, se rasgó el pantalón que llevaba puesto, y hizo una venda bastante aceptable, con otro trozo del pantalón hizo una pequeña soga para apretarse la venda lo suficientemente fuerte como para que no se le cayera, e impedir los movimientos de la muñeca. Se sorprendió bastante de su habilidad en ese momento tan difícil, quizás en su pasado hubiera sido un hombre de campo, o tendría alguna relación con él.
Aprovechando esa situación, estaba algo dolorido por la caída y cansado por la carrera, quiso comer algo de pan, y alguna lata en conserva, apoyado en el tronco de un árbol, empezó a comer un poco de pan, con aquella lata, que tenía un sabor un tanto peculiar, y no sabía ni siquiera lo que era, porque el anciano la tenía sin etiquetar. Tras aquella lata de conserva tan repugnante, quiso empezar otra por si tenía mayor suerte. Y aunque le quedaban 5 latas más no lo hizo no sabía cuánto tenían que durarles, así que guardó el pequeño trozo de pan que le había sobrado, ya algo duro, echó el cuchillo y cerró el macuto.
Ya algo reposado y tranquilo, siguió andando hacia el sur, estaba lo suficientemente lejos de la aldea como para que no lo encontraran, si hubieran querido ya lo habrían hecho, por eso, fue andando, y no corriendo como antes de caerse. A lo lejos escucha el sonido de un riachuelo, o quizás un arroyo, se extraña porque el anciano no le dijo nada de que tenía que un arroyo para llegar al pueblo, pero, a la vez se alegra, podrá beber agua, y si el caudal es lo suficientemente grande, podrá darse una ducha y refrescarse. Aligera el paso, y en una pequeña veda ve que es un río, y lleva, quizás, demasiada agua para cruzarlo. Se acerca con un poco de miedo al agua, no recuerda haber visto antes unas aguas tan cristalinas en un río. Se acerca más, puede ver su rostro… y entonces…
Dejé vencer mi alma, y por fin viviré en paz... En este Dulce Rincón, con esta Pena Vencida.
Adiós La Dulce Pena. Adiós El Rincón de Los Vencidos. Todo tiene un principio, un fin y un motivo por el que existir: Este Rincón ya encontró el suyo, ahora es hora de delegar en La Piel de Una Promesa.
25 mayo 2008
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7 Vencidos:
Se me hizo raro lo de la lata, porque no sé porqué siempre me imagino la historia cientos de años antes, y claro, no me pega la lata cuando la has mencionado :). Hala, ya nos dejaste con la intriga...saldrá un cocodrilo a morderle? Un beso!
Jo... nunca acierto con la época... entre lo del "francés" y ahora la lata... jajaja..
Ahora te quedas con la intriga de lo que pasará... porque ni yo lo sé...
PD: Po que sepas que las latas de conserva existen desde el S. XIX... así que si pasó el siglo pasado puede ser que fuera cientos de años... jajaja
Bss
Bueno, obviamente voy a esperar a ver cómo continúa.
Quiero saber que es lo "del anciano" y qué halló al asomarse a las aguas...
Si supieras lo impaciente que soy!!!
jajaja
Besitos, pequeñito lindo...
¿Y entonces??????
Los rincones oscuros están bien cuando estas alegre y te ries de la oscuridad, porque tu luz te alumbra, sino, es mejor salir y buscar el interruptor.
Gabriela, me alegro de que esperes... No sé lo impaciente que eres, tendremos que probarlo, ¿no? ¿Cuánto aguantarás?
En verdad no sé cuando la continuaré, pero, a ver si en este mes... jaja
Evadidas, entonces pasó algo que aún no se ha contado...
Me gusta la frase que me has dejado...
Bss
y entonces el del agua salió...
espero niño, espero.
¿Salió del agua, o por detrás de él?
Véncete a Las Palabras