Está oscureciendo, ella debe marchar si no quiere que su joven amado la descubra… Cada día durante cientos de años el mismo ritual, pero, cada día un lugar distinto, cada día buscando el amor en ese joven, o quizás, en aquel. Un joven que, por ahora, aún está por llegar. Ese joven que rompa el hechizo, aquel, que la ame por lo que es, y no por su cuerpo. Algo difícil, en ella, pues, su cuerpo es el deseo de todo ser, ya sea hombre, o mujer, y por las noches, cualquier animal.
Su pelo rubio cual espigas de trigo, sus bucles perfectos, su suave tez blanquecina, inspiradora de paz, y resplandeciente de pureza… Sus ojos verdes como el campo en primavera, esos ojos con leves tonos persas, sus labios color carmín, que incitan de una forma sobrenatural al deseo… Sus brazos desnudos, esos brazos en los que cualquier mortal sueña estar atrapado, para así, estar más cerca de aquellos pechos. Esos pechos en los que han soñado dormir tantos amantes, y hasta hoy, ninguno lo ha conseguido. Esa cintura que tantas manos han rodeado, y les ha resultado tan difícil separarse, pero, al tener frente a sí la feminidad de la dama, prestos lo han conseguido.
Muchos la juzgaron por su forma de vestir, por llevar siempre ese vestido de seda lívida, ese vestido traslúcido que, nunca dejó nada a la imaginación, por eso, los hombres durante muchos años temieron tener sexo con ella, por si, acababan los dos en la hoguera, pero, algunos intrépidos, o quizás, locos, que no les importaba morir por pasar una de las mejores mañanas de su vida, lo consiguieron, pero, nunca en ciudades, siempre en bosques, esos bosques en los que según decían los ancianos del lugar, por las noches habitaba un ser feroz, que se alimentaba de almas.
Sólo unos pocos se aventuraban a decir que ese ser era un lobo, y por más expediciones de cazadores que hubo en la zona, antes conocida como, Al-Ándalus durante cientos de años, ninguno consiguió matarlo, sus aullidos eran su marca, y sus pisadas, la guía de los cazadores, pero, nunca ninguno llegó a alcanzarlo con una bala, todos, por alguna extraña razón, se quedaban paralizados al ver los ojos de aquel animal. Por ello, muchos murieron en las zarpas de ese animal, otros, corrieron mejor suerte, y quedaron con vida. Pero, cuando alguna de esas expediciones pernoctaba, y llegaba el alba, siempre había un cazador que decía que había encontrado a una joven malherida, con unos ropajes de seda, y había sucumbido al deseo, haciéndola suya en aquellos bosques.
Tras, aquellos actos de lujuria descontrolada, se quedaban dormidos, y, al ser descubiertos por sus compañeros cazadores, no le creían, y llegaban, incluso a acusarle de sacrilegio contra la Iglesia… Mientras tanto, la joven desde lejos observaba la escena, y, se distanciaba en busca de otro poblado, en busca de un amante que la ame por lo que es, y no por cómo es. Algunos, endulzaban sus oídos con bellas palabras de amor, amor eterno, pero, en el respaldo del hogar, antes del anochecer, intentaban consumar sus palabras, todos los conseguían, pero, sólo una vez…
Llega el crepúsculo, debe marchar, pero, ese joven, necesita más de su ser… No puede evitarlo, cree estar enamorado de ella, ella sabe que no, y le suplica que la deje marchar… Él, no la deje, y la sujeta fuertemente de los brazos, ella, llora suplica marchar, pero, él no escucha, no obedece, está disfrutando, está consagrando su deseo… En aquel momento no hay nada que hacer… las manos de la joven se convierten en zarpas de un pelaje grisáceo, unas uñas finas, su melena rubia, también se oscurece en un color gris. Y los rasgos de su cara se tornan en rasgos de lobo, de la antigua joven de cabellos rubios, y grandes senos, sólo quedan sus ojos persas, pero, consumados, por un fuego en el corazón, el corazón del lobo. Él chico no da crédito a lo que ve, e intenta huir, pero, ella no está dispuesta a dejarlo marchar… ahora que sabe su secreto, no puede escapar… debe perecer allí.
Ahora, es ella la que debe marchar, en busca de ese amor, sin importar hombre o mujer, ese amor puro y sincero que le devuelva a la vida, ese amor, con el que de una vez por todas, podrá contemplar el anochecer… ¿Serás tú?
Su pelo rubio cual espigas de trigo, sus bucles perfectos, su suave tez blanquecina, inspiradora de paz, y resplandeciente de pureza… Sus ojos verdes como el campo en primavera, esos ojos con leves tonos persas, sus labios color carmín, que incitan de una forma sobrenatural al deseo… Sus brazos desnudos, esos brazos en los que cualquier mortal sueña estar atrapado, para así, estar más cerca de aquellos pechos. Esos pechos en los que han soñado dormir tantos amantes, y hasta hoy, ninguno lo ha conseguido. Esa cintura que tantas manos han rodeado, y les ha resultado tan difícil separarse, pero, al tener frente a sí la feminidad de la dama, prestos lo han conseguido.
Muchos la juzgaron por su forma de vestir, por llevar siempre ese vestido de seda lívida, ese vestido traslúcido que, nunca dejó nada a la imaginación, por eso, los hombres durante muchos años temieron tener sexo con ella, por si, acababan los dos en la hoguera, pero, algunos intrépidos, o quizás, locos, que no les importaba morir por pasar una de las mejores mañanas de su vida, lo consiguieron, pero, nunca en ciudades, siempre en bosques, esos bosques en los que según decían los ancianos del lugar, por las noches habitaba un ser feroz, que se alimentaba de almas.
Sólo unos pocos se aventuraban a decir que ese ser era un lobo, y por más expediciones de cazadores que hubo en la zona, antes conocida como, Al-Ándalus durante cientos de años, ninguno consiguió matarlo, sus aullidos eran su marca, y sus pisadas, la guía de los cazadores, pero, nunca ninguno llegó a alcanzarlo con una bala, todos, por alguna extraña razón, se quedaban paralizados al ver los ojos de aquel animal. Por ello, muchos murieron en las zarpas de ese animal, otros, corrieron mejor suerte, y quedaron con vida. Pero, cuando alguna de esas expediciones pernoctaba, y llegaba el alba, siempre había un cazador que decía que había encontrado a una joven malherida, con unos ropajes de seda, y había sucumbido al deseo, haciéndola suya en aquellos bosques.
Tras, aquellos actos de lujuria descontrolada, se quedaban dormidos, y, al ser descubiertos por sus compañeros cazadores, no le creían, y llegaban, incluso a acusarle de sacrilegio contra la Iglesia… Mientras tanto, la joven desde lejos observaba la escena, y, se distanciaba en busca de otro poblado, en busca de un amante que la ame por lo que es, y no por cómo es. Algunos, endulzaban sus oídos con bellas palabras de amor, amor eterno, pero, en el respaldo del hogar, antes del anochecer, intentaban consumar sus palabras, todos los conseguían, pero, sólo una vez…
Llega el crepúsculo, debe marchar, pero, ese joven, necesita más de su ser… No puede evitarlo, cree estar enamorado de ella, ella sabe que no, y le suplica que la deje marchar… Él, no la deje, y la sujeta fuertemente de los brazos, ella, llora suplica marchar, pero, él no escucha, no obedece, está disfrutando, está consagrando su deseo… En aquel momento no hay nada que hacer… las manos de la joven se convierten en zarpas de un pelaje grisáceo, unas uñas finas, su melena rubia, también se oscurece en un color gris. Y los rasgos de su cara se tornan en rasgos de lobo, de la antigua joven de cabellos rubios, y grandes senos, sólo quedan sus ojos persas, pero, consumados, por un fuego en el corazón, el corazón del lobo. Él chico no da crédito a lo que ve, e intenta huir, pero, ella no está dispuesta a dejarlo marchar… ahora que sabe su secreto, no puede escapar… debe perecer allí.
Ahora, es ella la que debe marchar, en busca de ese amor, sin importar hombre o mujer, ese amor puro y sincero que le devuelva a la vida, ese amor, con el que de una vez por todas, podrá contemplar el anochecer… ¿Serás tú?
8 Vencidos:
Si... el cuerpo no lo es todo, y por tanto, comunica tanto de nosotros sin que lo sepamos...
Si dicen que el amor es ciego, es cierto, porque cuando alguien te atrae no es necesariamente por su belleza... sino por lo que su cuerpo te evoca...
La cuestión es saber si tu mente te engaña, si te guiará con primitivos deseos o si te hará sentir aquello que tanto anhelas...
Un beso!
Ahhh...las rubias se convierten en lobos....
por eso prefieran las morochas...
(jajaja)
No, es broma...
Sigo leyéndote, mi niño...
Besos...
yo? ni de coña, que mi pelo es verde... como mucho me transformaría en dragón, ja! desde luego lo tiene crudo, eh? me parece a mí que no va a encontrar lo que quiere... ¿qué son ojos persas?
Jinna, me ha encantado tu reflexión... de verdad... que bonita, y espiritual
Gabriela, ¿pero en que se convertirán las morenas? jajaja
Carlota, igual no, la gente es muy superficial... jeje, ¿tú un dragón? Tú una lagartija... jajaja
PD: Ojos persas, pues no sé, lo leí en un libro y me gustó... échale imaginación
Bss a las tres preciosidades...
Nunca se sabe que secretos guarda cada persona hasta que pasas mas de una noche con ella.
El que se enamora de la belleza no puede soportar luego su perdida.
Por ello es mejor enamorarse del animal oculto que oculta cada ser.
Iwb7r, la belleza acaba yéndose, pero el animal que llevamos dentro siempre sigue ahí, impaciente por salir...
Saludos
me llevaste al "retrato oval" un cuento de Poe en donde la obsesión del pintor por lograr la belleza viva en el retrato que hacía de su esposa la llevó a la muerte...
La belleza no siempre es lo que es!!
beso.
No conocía ese relato, indagaré un poco sobre él, pero me alagas si te he recordado a Poe...
Bss
Véncete a Las Palabras