Era una lluviosa tarde de invierno, estaba en la casa del campo, con mi hermana y mi abuela. Mis padres no recuerdo dónde estaban, quizás, en el pueblo con mis otros abuelos, al llover, en el campo no podían trabajar, y pudieron aprovechar el momento. Yo, al no tener que estudiar, decidí jugar un poco a la consola.
La tenía montada, delante de la tele, y me dispuse a jugar, escasos segundos antes de empezar la partida, se escuchó un coche que se paró en la puerta, extrañado, mi hermana me dijo que me asomara a ver quién era. Eso fue lo que hice, y al salir al pequeño porche, resguardado de la lluvia por un pequeño tejado de latón, vi una mujer. Alta, delgada, y morena con el pelo corto, en la oscuridad no pude distinguir muchos más rasgos.
Tras eso, empezó a hablar preguntando por la casa de “Antonio” en ese momento comprendí que no era española, a pesar de estar en el campo, había varios Antonios en los alrededores, cómo pude le expliqué, ella, casi por señas me decía que buscaba un lugar con la tierra llana, sin mucho desnivel. Yo, le dije, dónde se podía encontrar eso en alguna parcela de algún Antonio.
Para ir andando estaba cerca, pero, para ir andando y lloviendo estaba lejos, ella me preguntó si podía acompañarla, quería verlo. Yo, le dije que sí, mis impulsos son así, impulsivos y sin razón. Siempre me habían dicho mis padres que no hablara con desconocidos y mucho menos que me fuera con ellos en su coche, pero, mis impulsos son irrefrenables. Tras decirle que sí, entré en la casa, y me puse unos deportivos, al porche había salido con las zapatillas.
Me subí en su coche en el asiento del copiloto, bajo la luz del interior del coche pude ver más rasgos de ella, su cara, sus ojos, su figura… No parecía demasiado mayor, menos de treinta, los ojos eran oscuros, no parecía extranjera, pero su forma de hablar sí. Y su figura, carecía de curvas insinuantes. Pero, aquella joven me estaba empezando a gustar… Otro impulso más de los míos…
Dentro del coche, y una vez en marcha, le fui explicando cómo llegar, antes de llegar, ya había escampado, pero, aún así, en un carril de tierra, ir con el coche podía ser peligroso, por tener que dejar el coche atascado en el barro. Así que le comenté la posibilidad de ir andando hasta el lugar, evidentemente por el barro. Entonces, ella dijo, “menos mal que tengo zapatos viejos”, y yo, pensando… “Pues yo tengo los nuevos”.
Seguimos hablando, y llegamos a aquel lugar que le propuse en un principio, pareció gustarle, decía que tendría que hablar con Antonio. Tras eso, volvimos al coche, y de camino hacia mi casa, nos detuvimos en otra casa, ahora de extranjeros amigos míos, y por lo que vi también de ella, pero, antes, hace muchos años, la casa de una tía mía, que se la vendió a esos ingleses.
Allí, tomamos algo, y volvimos a irnos a mi casa, por el camino, en el coche, me preguntó si yo sabía conducir, y le dije que no tenía la edad suficiente para conducir, aquí en España, eran dieciocho, y yo, tenía diecisiete, estaba en proceso de sacarme el teórico. Ella sonrió, y me deseo suerte… Yo sonreí y asentí con la cabeza. Le miré a los ojos, y ella también sonrió.
Antes de llegar a mi casa, hay una pequeña era, ya en desuso para moler el trigo y los cereales, pero, en uso para un parking improvisado de coches, por la noche, aquel lugar estaba oscuro, pues, a pesar de estar en medio de todas las casas, ninguna le iluminaba, ni se podía ver directamente desde las casas, había que salir al camino para ver. Entonces, yo le dije a ella, que, si quería, podía dejar allí el coche y yo volvería a mi casa andando. Eso fue lo que hizo.
Aparcó allí, se quitó el cinturón, y yo también. Hice un gesto de abrir la puerta, pero, gracias a mis impulsos, me giré y le besé. Ella, también a mí. En aquel pequeño coche, en aquella pequeña era, dos desconocidos, con edades muy dispares estábamos dando rienda suelta a nuestras pasiones. A nuestro deseo, a nuestra lujuria… Dos desconocidos pero, un mismo sentimiento en aquel coche, en aquella lluviosa tarde de invierno.
Dejé vencer mi alma, y por fin viviré en paz... En este Dulce Rincón, con esta Pena Vencida.
Adiós La Dulce Pena. Adiós El Rincón de Los Vencidos. Todo tiene un principio, un fin y un motivo por el que existir: Este Rincón ya encontró el suyo, ahora es hora de delegar en La Piel de Una Promesa.
12 octubre 2008
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4 Vencidos:
Otra de las pequeñas partes de mi vida, en la que, he improvisado un poco... A propósito, el título, es una analogía con el de Jostein Gaarder, "La Joven de Las Naranjas". Los caracoles son porque, el objetivo que perseguía aquella señorita, era montar una granja de caracoles -de ahí lo de que estuviese llano el terreno-, según creo para estudiarlos o hacer un documental. Al final la cosa quedó en nada (con los caracoles...).
PD: Carlota, "Obsesión II" sigue en pie, y he de escribirla, pero no tengo mucho tiempo en este puente tampoco...
jaja... me río porque te iba a preguntar por lo de los caracoles... así que quedó en nada, respecto a ellos, pero mira, tú saliste ganando con tus impulsos ;)... qué bueno seguirlos... sobre todo cuando sale bien. Pues oye, estupendo, estaré pendiente de esa Obsesión 2, jeje... besucos.
A veces cuandome pongo a pensar tonterías, dándomela de adulta, recuerdo con una dulce melancolía cuando era niña, cuando actuaba relacionado a mis impulso y créeme, que siempre llego a la misma conclusión, una de las formas mas apropiadas para sentirse libre es dejarse llevar por los impulsos, tener la capacidad de improvisar en tu diario vivr, desgraciadamente crecemos y nos llenamos de unmontón de ataduras, que lo único que hacen es llevarnos al aburrimiento costante.
Buen relato y por supuesto estupenda vivencia.
PD: donde no lea la explicación del porque del título, caigo en la pregunta del título...
Muchos besos Dulce y LIBERTADES!!!
Carlota, fíjate si eran poco importantes que cuando acabé la entrada me dí cuenta que no había escrito nada de los caracoles... jaja. Siempre es bueno seguirlos... no?
Paula, jaja, dándomela de adulta... que bueno suena eso! Pues sí, seguir los impulsos es la única forma de libertad que tenemos a veces... y si crecemos la vamos perdiendo por desgracia...
PD: No entiendo la PD...
Besos a las dos guapas!
Véncete a Las Palabras