No, porque luego no salen como queremos que salgan.
Ya, pero los sueños son a fin de cuentas planes de futuro. Y ¿qué es la vida sin sueños?
Una vida gris; pero, una vida sin sobresaltos
¿Y eso es vida?
Vida o no, es existencia...
¿Por qué los mejores momentos, es hoy un recuerdo que nos hace llorar?
Te presento a mis heridas
Con el tiempo cicatrizan.
Sólo pienso en continuar
A pesar de lo duro que se hace luchar.
Cien veces caído,
Cien veces me levanté.
No dudo en continuar
Sin mirar atrás.
Ella salió de la habitación con su gargantilla dorada. Estaba pletórica con aquel camisón, pero, al llevar la alhaja, sería la presa irresistible para cualquier hombre, o cualquier botones… Acababa de cerrar la puerta y estaba perdida. Su decisión cuando salió de la habitación se había esfumado, se había tornado en miedo…
Tenía miedo de volver a ver la cara de aquel botones, no sabía que le iba a decir. Cómo reaccionaría él, pero sobre todo, no sabía qué cara le pondría. Antes había pasado del asco, al odio, ahora podría pasar cualquier cosa. Pero no podía volver a entrar en la habitación sin hacerlo, ella había sido la culpable de la situación y ella tendría que resolverla.
Miró a ambos lados del pasillo, a su izquierda había un ascensor y a su derecha otro, antes de ellos escaleras, tanto para subir como para bajar. Se miró de arriba abajo, no tenía una vestimenta cómo para estar paseándose por todo el hotel. Pero, tenía que esperarlo a él… su peor pesadilla desde hacía unos días.
Se fue al ascensor de la izquierda, de algún modo tuvo un presentimiento, no sabía si bueno o malo. Pero al fin y al cabo, un presentimiento. Se iba acercando a las escaleras. Empezó a escuchar voces, parecía que otros clientes estaban subiendo, ella para disimular, les preguntó si había visto a algún botones quería preguntarle qué hacer, había perdido la llave. Ellos le contestaron que su botones estaba en el ascensor subiendo hasta la décima planta con sus maletas, y ellos iban a pie. Aquella planta era la tercera. Así que ella, corrió hasta el de la derecha, y subió a la décima planta.
Salió al pasillo, y efectivamente allí estaba él. Cerrando la puerta de la habitación de aquellos jóvenes que se encontró siete plantas más abajo. Al fin estaba frente a él, pero, él no se dio cuenta de que ella estaba detrás suya, caminaba como despreocupado, sin importarle el resto del mundo. Como si estuviera con la mente en otro lugar… Accionó el ascensor y antes de que pudiera subirse, ella lo llamó.
-Ehhh… tú. Chico… -esta vez su voz era más suave que la vez anterior cuando le dio el euro, era más bien cómo una súplica- No sé qué es lo que te pasa conmigo, pero, yo no puedo seguir así.
- … -Él no dijo nada, su gesto seguía inalterable, su gesto de odio permanecía inmóvil.
-Quiero aclarar esto. ¿Por qué me sigues? ¿Por qué me haces esto? No sabes el daño que me estás haciendo. –Mientras decía aquello, se iba acercando al ascensor, y entró con él. La puerta se iba cerrando poco a poco, a la par, su mirada iba mutando. Ni asco, ni odio, sólo deseo en sus ojos, lujuria en su rostro y pasión en su cuerpo. Aquel era el momento y el lugar que él había estado buscando para colmar su deseo.
Ambas respiraciones se volvían más rápidas e intensas, pero, por diferentes motivos. Ella por miedo, él por deseo. El deseo de hacerla suya, de violarla en aquel mismo lugar. Se acercó a ella. Asustada, retrocedió varios pasos, pero, se topó con la pared, él seguía acercándose, le cogió de los brazos, ella lloraba, suplicaba que parase… que no la mirase… pero él seguía. A pesar de ser tan poca cosa aquel botones tenía una fuerza descomunal, la tenía paralizada.
Le consiguió desnudar, le tiró el camisón al suelo. Ella lloraba desconsolada, indefensa, él sólo pensaba en violarla… Fue a desabrocharse el pantalón, la dejó libre unos segundos, y ella aprovechó para desabrocharse la gargantilla y asfixiarlo contra la puerta del ascensor, por primera vez desde que llegó allí, las cosas iban corriendo a su favor. Él gritaba, sus ojos suplicaban perdón, pero, ella estaba poseída, no podía dejarlo escapar, había intentado abusar de ella, y no se saldría con la suya…
Segundos después, el botones dejó de gritar, y de hacer fuerza. Había muerto, había muerto a sus pies. Se abrió la puerta del ascensor, se vistió, y fue a su habitación con aparente serenidad, pero sin su collar. Todo había cambiado, pero, sólo ella lo sabía. Se dirigió a la habitación con su marido.
Era una lluviosa tarde de invierno, estaba en la casa del campo, con mi hermana y mi abuela. Mis padres no recuerdo dónde estaban, quizás, en el pueblo con mis otros abuelos, al llover, en el campo no podían trabajar, y pudieron aprovechar el momento. Yo, al no tener que estudiar, decidí jugar un poco a la consola.
La tenía montada, delante de la tele, y me dispuse a jugar, escasos segundos antes de empezar la partida, se escuchó un coche que se paró en la puerta, extrañado, mi hermana me dijo que me asomara a ver quién era. Eso fue lo que hice, y al salir al pequeño porche, resguardado de la lluvia por un pequeño tejado de latón, vi una mujer. Alta, delgada, y morena con el pelo corto, en la oscuridad no pude distinguir muchos más rasgos.
Tras eso, empezó a hablar preguntando por la casa de “Antonio” en ese momento comprendí que no era española, a pesar de estar en el campo, había varios Antonios en los alrededores, cómo pude le expliqué, ella, casi por señas me decía que buscaba un lugar con la tierra llana, sin mucho desnivel. Yo, le dije, dónde se podía encontrar eso en alguna parcela de algún Antonio.
Para ir andando estaba cerca, pero, para ir andando y lloviendo estaba lejos, ella me preguntó si podía acompañarla, quería verlo. Yo, le dije que sí, mis impulsos son así, impulsivos y sin razón. Siempre me habían dicho mis padres que no hablara con desconocidos y mucho menos que me fuera con ellos en su coche, pero, mis impulsos son irrefrenables. Tras decirle que sí, entré en la casa, y me puse unos deportivos, al porche había salido con las zapatillas.
Me subí en su coche en el asiento del copiloto, bajo la luz del interior del coche pude ver más rasgos de ella, su cara, sus ojos, su figura… No parecía demasiado mayor, menos de treinta, los ojos eran oscuros, no parecía extranjera, pero su forma de hablar sí. Y su figura, carecía de curvas insinuantes. Pero, aquella joven me estaba empezando a gustar… Otro impulso más de los míos…
Dentro del coche, y una vez en marcha, le fui explicando cómo llegar, antes de llegar, ya había escampado, pero, aún así, en un carril de tierra, ir con el coche podía ser peligroso, por tener que dejar el coche atascado en el barro. Así que le comenté la posibilidad de ir andando hasta el lugar, evidentemente por el barro. Entonces, ella dijo, “menos mal que tengo zapatos viejos”, y yo, pensando… “Pues yo tengo los nuevos”.
Seguimos hablando, y llegamos a aquel lugar que le propuse en un principio, pareció gustarle, decía que tendría que hablar con Antonio. Tras eso, volvimos al coche, y de camino hacia mi casa, nos detuvimos en otra casa, ahora de extranjeros amigos míos, y por lo que vi también de ella, pero, antes, hace muchos años, la casa de una tía mía, que se la vendió a esos ingleses.
Allí, tomamos algo, y volvimos a irnos a mi casa, por el camino, en el coche, me preguntó si yo sabía conducir, y le dije que no tenía la edad suficiente para conducir, aquí en España, eran dieciocho, y yo, tenía diecisiete, estaba en proceso de sacarme el teórico. Ella sonrió, y me deseo suerte… Yo sonreí y asentí con la cabeza. Le miré a los ojos, y ella también sonrió.
Antes de llegar a mi casa, hay una pequeña era, ya en desuso para moler el trigo y los cereales, pero, en uso para un parking improvisado de coches, por la noche, aquel lugar estaba oscuro, pues, a pesar de estar en medio de todas las casas, ninguna le iluminaba, ni se podía ver directamente desde las casas, había que salir al camino para ver. Entonces, yo le dije a ella, que, si quería, podía dejar allí el coche y yo volvería a mi casa andando. Eso fue lo que hizo.
Aparcó allí, se quitó el cinturón, y yo también. Hice un gesto de abrir la puerta, pero, gracias a mis impulsos, me giré y le besé. Ella, también a mí. En aquel pequeño coche, en aquella pequeña era, dos desconocidos, con edades muy dispares estábamos dando rienda suelta a nuestras pasiones. A nuestro deseo, a nuestra lujuria… Dos desconocidos pero, un mismo sentimiento en aquel coche, en aquella lluviosa tarde de invierno.
Hermosa canción de Medina Azahara, que da título a esta entrada. Aunque, la letra no se corresponda con lo que ahora mismo siento y padezco pero, el título sí.
Algunos de vosotros sabéis que pasé a tercero sin ninguna de segundo, pero con una de primero. Hasta ahí bien, no es demasiado grave, el problema viene cuando las clases de primero son por la mañana y las de tercero por la tarde. De tal forma que mi horario, queda configurado por la mañana de 13:00 a 14:00 y por la tarde de 15:00a 19:00 (más o menos). Lo que me deja algo menos de 40 minutos para comer, pues, cuando salgo he de ir al piso de mi novia a comer, después recoger la mesa y los platos, y volver a la universidad, antes de las tres menos diez o no consigo un buen sitio (es así y cuesta).
Además a eso le tenemos que añadir, que me voy temprano a la facultad, antes de las 8 de la mañana ya estoy en el coche de mi amigo o en el bus. Y, vengo tarde, antes de las 20:30 de la tarde, sólo he llegado un día. Y sobre las 22:00 varios. La razón de irme tan temprano es para intentar aprovechar un poco la mañana haciendo un "pequeño" trabajo de Hacienda Pública. Y la razón de venir tan tarde, es por los autobuses, o porque me vengo con ese amigo cuando este acaba (para ahorrarme el autobus que aún no es gratis para los universitarios este año).
Además de eso, esta semana y la anterior he estado solo en mi casa, con lo que ello conlleva de preparar la cena, y recoger los útiles. Para apretar un poco más el tiempo, hasta la semana pasada (esta descanso) he estado dándo una hora y media (o dos algunas veces) de prácticas del coche por la mañana o por la tarde. Hace dos semanas por la tarde, lo que me llevó a perder algunas horas de la universidad, y esta pasada por la mañana. Me he presentado al práctico dos veces, y he suspendido. Así que la semana que viene, retomo las practicas para presentarme (otra vez, a "perder" más tiempo).
La Escuela de Idiomas, la tengo abandonada, pero por suerte, mi profesora está de baja, y no pierdo clases. Pero, a duras penas tengo tiempo para leer vuestros blogs, algunas veces os leo desde la facultad en alguna hora libre, otras, he de esperar varios días para poder leeros desde mi casa. Y os aseguro que esta falta de tiempo, ya empieza a cansarme... a ver si acabo de sacarme ya el práctico, y tengo un poco más de tiempo (y menos preocupaciones), porque esto empieza a agobiar. Tenía en mente algunas ideas para novelas cortas, actualizar mis otros blogs, pero, no tengo tiempo para llevarlas a cabo.
(Cómo se nota que El Viento Gris ha vuelto con Pier...)
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