Dejé vencer mi alma, y por fin viviré en paz... En este Dulce Rincón, con esta Pena Vencida. Adiós La Dulce Pena. Adiós El Rincón de Los Vencidos. Todo tiene un principio, un fin y un motivo por el que existir: Este Rincón ya encontró el suyo, ahora es hora de delegar en La Piel de Una Promesa.
La Piel de Una Promesa

Despertar

13 septiembre 2007

-Hey… ¿chaval qué pasa estabas dormido? Llevo un rato llamando al móvil –le dijo una suave voz de chica.
Hombre, o mujer como tú quieras. La gente normal suele dormir a estas horas de la noche. –Le contestó él con bastante desgana.
-Lo sé, pero yo soy especial.
Y bueno, además de contarme que eres especial, y despertarme quieres algo más, que si no sigo durmiendo.
-Bueno, te parecerá raro, yo hace 5 minutos también estaba durmiendo como tú. Pero he tenido un sueño extraño, y he soñado con tu número, y he decidido llamar a ver quién eras.
Ah, vale, suele pasar… jeje. –Dijo él sin sorprenderse.
-¿Que suele pasar? Pues sinceramente, no conozco a nadie que le haya pasado.
Pues delante de tí, quiero decir, al otro lado del teléfono, tienes uno al que le ha pasado, y no se atrevió a llamar.
-¿Y eso por qué? Yo no podía volver a dormirme, y he tenido que llamarte, lo siento. –Dijo ella a modo de disculpa.
Pues no llamé porque no me sentía con el suficiente valor, y tampoco sabría cómo iba a reaccionar la otra persona, y qué hubiera pasado si encima hubiera sido quien soñé.
-Sí, sería un follón que a la persona que llamases fuera la que tu sueño pensó que fuera. ¿Y bueno tú que soñaste?
Es algo largo de contar, pero básicamente, soñé con una amiga, y después de enrollarnos, y después me dio su móvil, aunque no quería al principio. ¿Y tú que soñaste? –Preguntó él interesado.
-Pues algo parecido al tuyo, que un amigo mío me pedía mi móvil, un amigo que no solía ver, y que me gustaría ver más a menudo. Porque en el fondo, él no lo sabe, pero me gusta. Tonterías, ¿no?
Jeje, no digas éso, cada uno sueña lo que quiere, ahí es libre. ¿Sabes algo? Tu voz empieza a sonarme.
-Y a mí la tuya también, bueno, te dejo, recuerda siempre aquella vez que me dijiste que te gustaba y yo te rechacé, y también, aquellas veces que nos vimos en el bus camino de nuestro pueblo. –De esta forma ella colgó el teléfono.
¿Qué? Entonces tú eres la de mí sueño, tú eres… -Dijo él algo exaltado, luego empezó a pensar:
¡Vaya! Ya ha colgado… bueno al menos tengo su número, ¿ehh? Si es el mismo número que yo soñé…